En el mundo entero se ven cada vez más medios de difusión, pero no hay pluralismo entre ellos. Todos utilizan las mismas fuentes, o sea las mismas agencias de prensa, que a su vez transmiten una visión única de los hechos. Sin embargo, todos sabemos que un mismo hecho puede interpretarse de diferentes maneras. En los años 1980, la UNESCO ya hablaba del «imperialismo informativo», esa manera de imponer una única percepción de los hechos, negando todas las demás. Esa forma de dominación se manifiesta hoy a través de los news checkers. Para librarse de ese sistema no basta crear nuevos medios de difusión. Eso sólo puede resolverse creando nuevas agencias de prensa.
El resultado político más importante del año saliente debería convertirse en un cambio radical en las relaciones de Rusia con Occidente. No a nivel de propaganda para las “multitudes plebeyas”, sino a nivel político, económico y, lo más importante, mental.
"El sujeto radical da al hombre posmoderno un sentido de la muerte, pero tabién de la vida, sólo que es una vida tan frenética que es más terrible que la propia muerte, una vida que se desgarra a sí misma. No es la vida normal, que en la Tradición reúne lo que está disperso y en la modernidad arrastra la inercia, sino una vida particular que exacerba la ruptura. Mejor no acercarse: es terrible. Su nombre es esa fuerza que lo une todo, simbolizada por el Fascio Littorio, cuyas varillas indican los doce signos del zodiaco...". (Aleksander Duguin, El sol de medianoche, el amanecer del sujeto radical, pp.27-28, AGA Editrice, 2019)
Una vez ayudé a dirigir una marcha de un millón de personas contra la guerra en Irak por las calles de Londres. Pasé incontables horas viajando a lo ancho y ancho de los Estados Unidos y el mundo abogando contra la guerra en Irak. Escribí artículos hasta que mis manos se acalambraron y hablé hasta que mi voz se volvió ronca.
Ayer recibí un correo electrónico de un amigo mío ucraniano. Por “ucraniano” me refiero a que su cultura e identidad propia es ucraniana, ama su herencia, habla el idioma y ama a su país. De hecho, él es lo que yo llamaría un “ucraniano real” en oposición a los Ukronazis en el poder en Kiev. Mantenemos correspondencia regularmente e intercambiamos opiniones sobre lo que está ocurriendo. Aquí está un extracto de lo que le escribí ayer:
Si se examina la edición de La Vanguardia del 1 de septiembre de 1939, el día que empezó la Segunda Guerra Mundial en Europa con la invasión alemana de Polonia, el lector se encontrará con el titular, “Un golpe de mano polaco degenera en lucha abierta con fuerzas alemanas”.
No existe ciudad española en la que, en algún balcón, plaza o incluso administración pública, no se vea ondear la bandera de Ucrania. Se dirá que es una mera cuestión de solidaridad con nuestros hermanos ucranianos, y respecto a la integridad de un país: horror por una guerra impuesta por Vladimir Putin, una invasión a un estado, el ucraniano, sujeto de derecho internacional y ejerciente de sus intereses patrios.
Un análisis exhaustivo del proyecto de la Unión Euroasiática y la teoría política que se encuentra subyacente a ese tema requiere del hecho de que se preste mucha atención a la enorme cantidad de escritos y a la actividad académica realizada por el muy conocido neoeurasianista Alexander Dugin, algo que no se ha hecho hasta ahora. Cuando se revisa la literatura acerca de Dugin y la Unión Euroasiática, se puede encontrar muchas veces que esta misma no hace una revisión importante de las mismas fuentes primarias. Basta simplemente comparar algunos de los trabajos más recientes de Dugin, que son desatendidos por esta misma literatura, junto con sus conferencias en la Universidad Estatal de Moscú y el consenso general sobre sus ideas, para darnos cuenta de ese problema. Existe una brecha entre ambos: lo que significa que los estudios acerca de Dugin necesitan ponerse al día con respecto a los estudios hechos por el mismo Dugin.
Si quedaba alguna esperanza de que la Unión Europea se convirtiera en un vector decisivo para construir relaciones internacionales multipolares y pacíficas, y en impulsora de un nuevo tipo de economía sostenible y más equitativa, me temo que se ha desvanecido en los últimos meses.
El lenguaje es como las matemáticas: cada palabra es una variante dentro de una fórmula cuya finalidad es transmitir una idea de un extremo (emisor) a otro (receptor); es lo que se encuentra en medio de ambos puntos y dominarlo no solo facilita exponer y compartir un pensamiento sino también su defensa en un debate de opiniones. Sin embargo, hay que considerar que un lenguaje limitado no necesariamente significa estar equivocado como tampoco la elocuencia concede ipso facto la razón. Recordemos que los charlatanes y los manipuladores poseen, sin duda alguna, el don de la palabra.