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La pandemia del coronavirus en España ha causado en la última semana un exceso de mortalidad del 17% respecto a los valores diarios previstos en esta época. Así lo pone de manifiesto un informe del Instituto de Salud Carlos III del Ministerio de Sanidad. Lo hace a partir de la información de mortalidad por todas las causas recogidas en el sistema de monitorización de la mortalidad diaria (MoMo), si bien los datos están llegando con cuentagotas por el retraso en la notificación de defunciones por parte de los registros civiles. A partir de medias históricas de los últimos 11 años, la herramienta MoMo estimaba que se produjeran 5.661 muertes en todo el país entre el pasado sábado y este miércoles, pero realmente se notificaron 6.609, un 16,7% más de las esperadas. Aunque el informe no se refiere a ninguna causa que explique este incremento, solo el Covid-19 explica esta mayor mortalidad.

El modelo matemático empleado por el Instituto Carlos III estima que cada día de marzo mueren de media unas 1.150 personas en toda España. Según la información procedente de los registros civiles, desde el 16 de marzo el número de muertes diarias por todas las causas ha ido aumentando de forma constante desde las 1.100 hasta rondar las 1.400 de esta semana, lo que significa un dato anómalo respecto al promedio de los últimos 11 años. El informe pone de manifiesto "un retraso en la notificación de defunciones en los registros civiles de varias comunidades autónomas, siendo notable en Galicia, Comunidad de Madrid y La Rioja", por lo que el exceso de mortalidad del 17% detectado podría aumentar a medida que los registros civiles vayan incorporando más datos al sistema MoMo.

 

Fuente: Instituto de Salud Carlos III

Esta infranotificación de las defunciones por parte de los registros civiles gana peso si se comparan los datos del sistema MoMo con las cifras oficiales de fallecidos por coronavirus. De acuerdo a los datos de Sanidad, 2.432 personas fallecieron por el 2019-nCoV entre el sábado 21 y el miércoles 25, ambos inclusive, pero la herramienta del Instituto de Salud Carlos III solo se refiere a un desfase de casi 1.000 defunciones con la cifra prevista por el modelo matemático. Por ello, este exceso del 17% debe ser considerado como un porcentaje preliminar, parcial y seguramente menor al real, que no se conocerá hasta que los registros civiles se pongan al día con las notificaciones de los fallecimientos.

En todo caso, el análisis del sistema MoMo referido a los últimos días ya evidencia un mayor desfase en el número de muertes de hombres y en las franjas de más edad respecto a la previsión a partir de la serie histórica. Así, en esos cinco días hubo un 23% más de defunciones de hombres que lo esperado, por el 8% de las mujeres, mientras que este incremento se sitúa por encima del 16% para el grupo de 65-74 años y del 21% para los de más de 74 años. En cambio, la mortalidad diaria de personas de menos de 65 años se sitúa en la estimación prevista por el modelo. Esta distribución por sexo y edad coincide con la de la mortalidad del coronavirus.

El Instituto de Salud Carlos III publica este tipo de informes de mortalidad diaria en verano para vigilar los fallecimientos asociados a las olas de calor estivales. Así lo ha hecho en los últimos cuatro veranos. Ahora, con la pandemia global del coronavirus, ha decidido retomar estos informes para evaluar el exceso de mortalidad vinculado a la expansión del Covid-19 por nuestro país.

El doble de muertes de mayores en las Castillas

Aparte del exceso de mortalidad del 17% detectado a nivel nacional, el informe del Instituto de Salud Carlos III evidencia repuntes de las defunciones en siete comunidades: Castilla-La Mancha, con un 94% más de muertes entre el 15 y el 25 de marzo; Castilla y León, con un 94% más entre los días 18 y 25; Navarra, con un exceso del 90% entre el 22 y el 24; Aragón, con un repunte del 75% entre el 23 y el 25; Madrid, con un 71% más entre el 10 y el 17 de marzo; Cataluña, con un repunte del 30% los días 23 y 24, y la Comunidad Valenciana, con un exceso de mortalidad del 28% entre los días 23 y 25 de marzo.

En la Comunidad de Madrid, en la semana del 10 al 17 de marzo el sistema MoMo estimaba 900 defunciones totales, pero realmente se notificaron más de 1.548. Sin embargo, en los días posteriores el sistema recoge menos fallecimientos, debido quizá al retraso en la notificación de defunciones por parte del registro civil de Madrid. Durante esos días, las cifras oficiales de Sanidad registraron 347 muertes por coronavirus. Sin embargo, el sistema MoMo habla de un exceso de 644 fallecimientos respecto al dato previsto.

Fuente: Instituto de Salud Carlos III

En el caso de Castilla-La Mancha el repunte advertido por el Instituto de Salud Carlos III es de 550 personas, un 76% más de lo previsto, aunque, de acuerdo a las cifras oficiales del ministerio, entre el 15 y el 25 de marzo, ambos inclusive, murieron un total de 257 personas de coronavirus. La mortalidad diaria en Castilla-La Mancha se ha duplicado respecto a la estimada para los hombres y los grupos de más edad. Así, el sistema MoMo preveía el fallecimiento de 294 hombres y 521 personas de más de 65 años durante estos diez días, pero realmente fueron 609 y 1.050, respectivamente. Además, el modelo detecta un exceso del 56% en la mortalidad de las personas de menos de 65 años en Castilla-La Mancha: 84 defunciones reales por las 54 previstas.

Fuente: Instituto de Salud Carlos III

Las mismas tendencias se observan en Castilla y León: exceso de mortalidad superior al 100% entre los hombres y los mayores de 65 años. En total, 964 defunciones se registraron entre el 18 y el 25 de marzo en la región, 466 más que las previstas según la media histórica de los últimos 11 años para el mes de marzo. Según Sanidad, esos días murieron 152 personas con coronavirus en Castilla y León.

Fuente: Instituto de Salud Carlos III

Además de estas siete comunidades autónomas, el Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria ha advertido "excesos puntuales de mortalidad de un día (…), pero sin llegar a mantenerse al menos dos días consecutivos" en Cantabria y País Vasco que "se concentran en mayores de 74 años". Tanto estos excesos puntuales como los resultados más recientes "se irán actualizando próximamente" a medida que los registros civiles se pongan al día con los certificados de defunción.

La cárcel donde ha muerto el primer funcionario había pedido hasta 70 veces material de prevención

Los trabajadores de prisiones donde este lunes se ha confirmado la primera muerte de un funcionario por coronavirus habían enviado hasta 70 peticiones al Ministerio del Interior para que se les suministrase material de protección frente al virus.

«El funcionario (…) que se encuentra en servicio (…) y con motivo de la pandemia y declaración del Estado de Alarma solicita que el centro penitenciario de Alicante 1 (Foncalent) me proporcione los accesorios que faltan para un equipo de protección individual para en caso de estar en contacto con internos con posibilidad de estar contagiados, tenerlo a mano para poder desarrollar mi servicio en las condiciones que indica el protocolo y no poner en riesgo la salud de los internos y la mía misma». Esta petición es sólo un ejemplo de las decenas presentadas por los trabajadores de la prisión.

Este lunes, una comunicación que ninguno hubiese querido recibir les daba la razón: fallecía en España el primer funcionario de prisiones a causa del coronavirus. Era en su mismo centro. Ismael Santamaría, de 66 años, era trabajador del centro penitenciario. El fallecimiento se ha producido en su domicilio, donde se encontraba desde el pasado miércoles con síntomas del virus que mata a ochocientos personas diariamente en España.

Algunas de las peticiones de los funcionarios

A pesar de que no estaba en contacto con los presos -como algunas de las peticiones argumentan para sus casos concretos-  sí lo estaba con el resto de funcionarios que compartían con él el día a día sin contar con equipos de protección.

Desde la asociación ‘Tu abandono me puede matar’ apuntan que ha habido secretismo acerca del contagio de Ismael. De hecho, el propio Ministerio del Interior, dirigido por Fernando Grande-Marlaska, ha publicado este lunes un mensaje en su cuenta de Twitter en el que lamentaban el fallecimiento, pero no comentaban la causa de la muerte.

 

Las primera peticiones de material contra el virus se realizaron a mediados de marzo y aún no han tenido respuesta por parte del Ministerio. Las mismas incluyeron también una advertencia: «Les recuerdo que la administración penitenciaria es la garante de la salud de los internos y de los funcionarios», avisaban.

Por el momento se desconoce si la familia del fallecido tomará algún tipo de medidas judiciales, tal y como han hecho otros funcionarios. Por ejemplo, el guardia civil que murió la pasada semana por las mismas causas.

Valencia podría traer médicos cubanos para ayudar contra el coronavirus

El Gobierno de la Comunidad Valenciana tantea la posibilidad de traer médicos y especialistas en epidemiología de Cuba. Su objetivo sería reforzar las plantillas de hospitales y centros médicos, en caso de que se vieran reducidas o sobrepasadas por el aumento de contagios por coronavirus.

Según el diario La Vanguardia, de momento, serían solo contactos y no se habría concretado nada. No obstante, es una de las opciones que se contemplan para aliviar la saturación de la sanidad en la comunidad autónoma. Y es que, la Comunidad Valenciana acumula más de 5.000 casos y está por encima de los 300 fallecidos. De los contagiados, 800 son sanitarios.

La idea tomó forma esta semana, incluso se realizó una primera consulta al Gobierno de España, aunque encontró 'ciertas resistencias' por parte de este. No obstante, esto no descarta la opción y el ejecutivo liderado por Ximo Puig podría pedir al presidente español, Pedro Sánchez, que permita la llegada de facultativos cubanos. Las fuentes a las que acude La Vanguardia confirmar que los gobiernos autonómicos de Baleares y Canarias también estarían a favor de la llegada de sanitarios de la isla antillana.

España no sería el primer país al que llegarían médicos desde Cuba. El 23 de marzo, una delegación de más de 50 profesionales aterrizó en Italia para participar en la lucha contra el coronavirus, en concreto en el Hospital de Crema. En Andorra se incorporaron 38 sanitarios de la mayor de las Antillas. En total, existen trece brigadas médicas en todo el mundo, aunque son más de 40 países los que han pedido ayuda al país caribeño.

Cinco buques del Ejército equipados con camas, listos para aliviar las UCI

Margarita Robles anunció este lunes en comparecencia desde Moncloa que el Ejército mantiene equipados y preparados cinco buques de la Armada dotados de camas que acudirán a los puertos donde se los requiera en caso de que sea necesario. La ministra de Defensa centró su comparecencia en agradecer la labor desplegada en estos pasados días por los militares y en recalcar que las Fuerzas Armadas acudirán a todos aquellos rincones donde sea preciso. "Están escribiendo una historia heroica para España con satisfacción, entrega y generosidad", recalcó.

La ministra repasó durante la rueda de prensa el cometido del Ejército en las dos últimas semanas y quiso incidir en la llegada esta misma tarde a la base aérea de Torrejón de Ardoz de un avión procedente de Shanghái, cargado con 14 toneladas de material sanitario. Además de equipos de protección y mascarillas, en la nave se han transportado hasta España un millón de test de detección del Covid-19.

El avión, un A400M del Ejército del Aire, ha aterrizado después de casi tres días de viaje y 33 horas de vuelo. Con ocho tripulantes, partió el sábado desde su base en Zaragoza y, tras una única escala técnica el domingo por la noche, cargó en la ciudad china. A su regreso, con más peso y menos combustible, se precisaron dos escalas en la ciudad siberiana de Novosibirsk y en Riga, Letonia, antes de la llegada a la base pasadas las cuatro y media de esta tarde.

La ministra también destacó que el actual despliegue en el marco de la operación Balmis, integrado por más de 6.000 hombres, centra sus esfuerzos en apoyar a los colectivos más vulnerables y anticipó que otros 50.000 integrantes de las Fuerzas Armadas están dispuestos a reforzar la labor que ahora se realiza en caso de necesidad. A partir de esta semana, los miembros del Ejército comenzarán a colaborar en misiones de seguridad y patrullarán junto a Policía y Guardia Civil en casi 90 localidades, puestos fronterizos y edificios sensibles como las centrales nucleares.

Robles ha tenido, además, palabras para la oposición. Ha confiado en que la clase política también estará a la altura de las circunstancias y pedido aplazar los reproches a después, cuando se supere la actual emergencia sanitaria. En palabras de la ministra de Defensa, es tiempo de seguir el "ejemplo" de las Fuerzas Armadas, que "siempre están ahí" cuando se las necesita y "no preguntan qué, cómo, cuándo o dónde".

Ha advertido de que en esta crisis sanitaria sin precedentes es preciso mantenerse "todos unidos". "Ya habrá tiempo para discrepancias", ha señalado, incidiendo en que para salir victoriosos de esta situación se requiere una completa unidad y valores como el de la solidaridad. "En esto tenemos que estar todos, políticos, trabajadores, empresarios, toda España", ha insistido.

Vozpopuli desvela que la residencia de Leganés pidió auxilio al consejero de Sanidad antes del pico de muertes

 

La residencia Vitalia de Leganés, en la que han fallecido 43 ancianos a falta de un día para que termine el mes de marzo, envió una carta a la Consejería madrileña de Sanidad, que dirige Enrique Ruiz Escudero, el pasado día 26 en la que pedía auxilio ya que 49 de sus residentes tenían síntomas de contagio por coronavirus. Cuando la Unidad Militar de Emergencias (UME) llegó el sábado, dos días después, se topó con once cadáveres en su cámara mortuoria abarrotada.

Vozpópuli ha tenido acceso a la carta remitida por la directora del centro, Diana Muñoz, a la Consejería madrileña de Salud (sic), cuya dirección postal coincide con la de Sanidad, en la que detalla en primer lugar que la residencia cuenta con 232 personas en sus habitaciones y una plantilla de 188 trabajadores.

A continuación, se indica que en aquel momento había un caso positivo "confirmado" por Covid-19 entre los residentes y que otros 49 presentaban "síntomas compatibles con el contagio" a los que no se les había realizado los correspondientes test, por lo que se encontraban en aislamiento.

También se hacía hincapié en que desde el 15 de marzo hasta ese día 26 se habían registrado 29 fallecimientos por diversas causas, 22 de los cuales con "sintomatología compatible de Covid-19", aunque no se había podido confirmar que esa hubiera sido la causas del fallecimiento o que estuvieran contagiados.

"Saturación" en la funeraria

La directora de Vitalia detalló que desde el día 18 no se habían podido realizar ninguna derivación hospitalaria de residentes con síntomas del virus y que el 25 llegaron varias ambulancias para llevarse a cuatro enfermos, pero que éstos fueron devueltos ese mismo día a la residencia "sin llegar a ser atendidos en el hospital".

También se advertía ya en ese momento de que existía una "saturación" de los servicios funerarios que hacía que se produjeran "grandes demoras" en la recogida de los cuerpos de las personas fallecidas, tal y como verificó la UME el día 28 cuando se personó en el lugar.

La propia residencia se encontraba, además, con la dificultad de tener a 17 trabajadores de incapacidad temporal por el virus y a otros 45 de baja sin sintomatología, pero a los que no se habían podido hacer pruebas diagnósticas para saber si estaban contagiados. En total, el 45,9% de la plantilla estaba en su casa por una causa u otra.

Con este panorama tan dramático y tras los decretos del Gobierno central de los días 19 y 21 de marzo, el centro consideró en el momento de redactar la carta que concurrían "dichas circunstancias excepcionales para solicitar el auxilio y la intervención del centro" ante la "imposibilidad" por medios materiales y personales para cumplir con las medidas de aislamiento.

Vitalia logró suplir todas las bajas del personal, pero ello le obligó a configurar una plantilla nueva en un 50% que no estaba familiarizada con los protocolos asistenciales del centro ni cómo se tiene que actuar ante la Covid-19.

A ello se unía una "situación compleja" donde había que ponerse y quitarse los equipos de protección "en cada actuación, entre un residente y otro", lo que implicaba "un tiempo cuatro veces superior al de una situación normal". De ahí que la residencia estaba en la tesitura de "doblar" la plantilla actual si quería garantizar una "asepsia adecuada" como se hace en un hospital.

Sin poder retirar los cadáveres

En el último punto de la misiva, y antes de hacer una lista pormenorizada de las necesidades materiales del centro, se reconocía la "imposibilidad" del mismo para "gestionar adecuadamente la conservación y retirada de cadáveres por acumulación y retraso de los servicios funerarios".

Fuentes del centro de mayores subrayan a este medio que no fue la única carta en este sentido, pues cada residencia comunica a diario al Gobierno madrileño la situación interna, pero sí la más extensa y pormenorizada de marzo ante la dramática situación que se vivía dentro.

Dos días después se produjo el pico de fallecidos -nueve en total-, de los cuales sólo se pudieron entregar tres a la funeraría. La UME logró llevarse otros tres cadáveres ese día y el resto quedaron en la cámara mortuoria junto a otros cuerpos sin vida.

Un portavoz del departamento de Escudero explicó a Vozpópuli que junto a la UME hubo el sábado un equipo sanitario y otro de Bomberos, y que se ha reforzado la plantilla de trabajadores de los diferentes centros y servicios y, hasta ayer, había 6.949 nuevas contrataciones para hacer frente a la situación actual frente al coronavirus.

Solicitud intervención Leganés by Vozpopuli on Scribd

Análisis: Los subsectores y el informe del Pentágono: por qué no tenemos material sanitario

Esteban Hernández

El libro se publicó en 2005 y comienza así: “Vivimos en un mundo en el que un terremoto de 60 segundos en Taiwán puede quebrar la economía americana. Vivimos en un mundo en el que una epidemia en China puede amenazar la capacidad estadounidense de fabricar coches y aviones. Vivimos en un mundo en el que el cierre de una fábrica en Reino Unido puede privar a la mitad de los americanos de la vacuna contra la gripe”. El título es ‘End of the line’, su autor se llama Barry Lynn e iniciaba el ensayo con este párrafo porque el 21 de septiembre de 1999 un terremoto de grado 7,6 en la escala Richter golpeó Taiwán, causando más de 2.000 muertos. En aquel instante, “no había un solo producto electrónico en el mundo que no tuviera un componente fabricado en Taiwán”.

Los otros dos casos también fueron reales, y llama la atención que hablemos de hace 15 y 20 años y todavía arrastremos los mismos problemas: la fabricación de coches se frenó por el SARS, y la producción de vacunas para la gripe en EEUU se quedó sin existencias por el cierre de una fábrica. El CDC (Centers for Disease Control) estadounidense permitió que la producción de vacunas se concentrase en dos firmas y en dos plantas. El primer año con este nuevo método, el suministro no fue el adecuado. Pero el segundo, 2004, fue mucho peor, porque las autoridades británicas ordenaron el cierre de una de las dos fábricas, la de Liverpool, ya que llevaba bastante tiempo sufriendo problemas, y muchos estadounidenses se quedaron sin vacunas. En mayo de 2006, la Administración Bush solucionó este problema: compró cinco firmas, tres de ellas europeas, para que desarrollaran una nueva vacuna y se llevó la producción a EEUU. Nos suena porque Trump intentó hacer lo mismo con una firma alemana que investigaba en la creación de una vacuna contra el coronavirus.

Todos estos casos tienen algo en común más allá de lo evidente. El coronavirus ha puesto el foco en la escasez de materiales sanitarios esenciales, ya que no los producimos aquí, pero también en las grandes dificultades para adquirirlos. Cuando más los necesitamos, cuando son más urgentes, debemos seguir un proceso complejo para disponer de ellos. Y por si fuera poco, cuando vamos contrarreloj, nos engañan y nos envían test que carecen de fiabilidad o aviones que nunca llegan, o se pierde el material por el camino, y siempre a través de intermediarios extraños. Echamos la culpa a Sánchez o a Ayuso, pero ha ocurrido en todas partes: a los checos, el 80% de los test no les funcionaban, 600.000 mascarillas enviadas a Países Bajos eran inservibles y a Alemania se le extraviaron seis millones de mascarillas en un aeropuerto de Kenia.

Sacar partido de la necesidad

Es abominable, pero dadas las circunstancias, era difícil esperar otra cosa. La industria está deslocalizada, España no fabrica nada, en Europa está mirando cada cual por sí mismo y se ha quedado con su producción, y quienes tienen el material que todo el mundo necesita sacan partido elevando los precios, cambiando de comprador a última hora o rentabilizando material de baja calidad: los instantes de necesidad son perfectos para este tipo de prácticas.

Cuando los sistemas no son lo suficientemente sólidos como para tener margen de respuesta en situaciones excepcionales, y sus grietas dejan margen de acción a los buitres, estos se aprovechan. Y para entender en qué se ha fallado, hay que regresar a Taiwán.

Suena raro que por un país de poco más de 20 millones de habitantes pasase la producción electrónica mundial, pero así era, fruto de malas decisiones occidentales ligadas al deseo de aumentar los beneficios. Para precisar el alcance, hay que hacer algo de memoria y volver a la época en que las grandes empresas comenzaron un doble proceso, que fue a la par de deslocalización y de externalización. Pongamos como ejemplo el sector del automóvil. Cualquier gran firma dejó de producir los componentes de sus coches y encargó a distintos proveedores la fabricación de sus piezas. Conservaron la marca, lo intangible, así como las partes que entendían esenciales de la empresa, y se desprendieron, externalizándolas, de aquellas con las que creían que podían reducir costes. Con ese fin, crearon una red de proveedores que construían las diferentes piezas, que después se ensamblaban y ponían el resultado bajo el paraguas de su marca.

Comprar empresas pequeñas

Al mismo tiempo, comenzó un movimiento diferente que iba de abajo hacia arriba. La historia de David Stockman, un alto cargo en la Administración Reagan que dio el salto a Wall Street, primero en Solomon Brothers y después en Blackstone, es reveladora. Creó su propia firma más tarde, Heartland Industries Partners, que tenía un objetivo, adquirir pequeñas empresas dedicadas a proporcionar componentes a la industria automovilística y concentrarlas. Al final del camino, por Stockman pasaba el 90% de la producción de asientos, suelos, puertas y salpicaderos de los coches de cualquier gran marca estadounidense. La ambición de Stockman le condujo a la quiebra, pero no a su modelo, que se ha reproducido con insistencia.

Eso ha ocurrido en general en la industria: como asegura Barry Lynn en un libro posterior, ‘Cornered’, el ámbito financiero ha ido concentrando buena parte de la producción, gracias a su músculo para comprar empresas, y ha dado lugar a muchos monopolios en subsectores del ámbito productivo. Esa es la causa de que se concentre la fabricación no solo en puntos geográficos concretos, sino en pocas factorías.

El informe del Pentágono

Pero eso supone una enorme fragilidad, como estamos viendo. Desde el punto de vista estratégico es obvio, un país que no puede contar con los recursos que se necesitan en el momento en que más los precisa está condenado a sufrir. Hay Estados que son más conscientes que otros. Como bien señala Rana Foroohar en su último libro, ‘Don’t be evil’, un informe del Pentágono de septiembre de 2018 para la Casa Blanca advertía de que cuatro décadas de deslocalización productiva, en combinación con las políticas industriales chinas, habían dejado la cadena de abastecimiento estadounidense en una posición muy vulnerable. Y otro informe del Departamento de Defensa subrayaba que China se había convertido en la única fuente de manufacturas en componentes esenciales para el ejército y la industria militar, entre ellos los tecnológicos. Y eso en EEUU, la primera potencia del mundo.

Sin embargo, esa relocalización estratégica que EEUU está intentando llevar a cabo es solo una parte del problema. La otra es esa organización del tejido productivo y mercantil que produce una concentración absurda. El último y llamativo ejemplo, el de los condones. Reuters avisaba de que el mundo se prepara para la escasez de condones, ya que el confinamiento ordenado por el Gobierno de Malasia había afectado a Karex Bhd, la empresa que fabrica uno de cada cinco condones del mundo. Los condones se destinan a marcas como Durex, se suministran a sistemas estatales de salud como el NHS de Reino Unido, o se distribuyen a través de programas de ayuda como el de Naciones Unidas. Una firma produce en Malasia el 20% mundial de un producto que se puede fabricar en cualquier parte, lo cual no podría ocurrir sin esta concentración pensada para obtener el máximo partido económico. Y esto es frecuente en otros sectores.

Eso no es eficiencia, es inconsciencia. Por muchos motivos. Más allá de la fragilidad estratégica, en esta acción absurda residen las causas de la cantidad de trabajos que se pierden y del número de pequeñas y medianas empresas que dejan de tener oportunidades. Cuando bajo pocas firmas se reúne todo un sector, se crean grandes problemas, no se generan soluciones. Los trabajos disminuyen porque siempre se apuesta por hacer más por menos, la iniciativa empresarial desaparece porque nadie puede competir y no hay diferencia ni innovación real. Si, además, todo eso se concentra en algún lugar remoto, ya tenemos una explicación de por qué la economía de la gente común va mal y de por qué disminuyen las oportunidades y el nivel de vida. Y como hay pocos centros de abastecimiento, se queda mucho más expuesto a los imprevistos. Lecciones que, como ya apuntaba en 2005 Barry Lynn, conocíamos de sobra. Pero ha dado igual, y ahora estamos lidiando con las consecuencias.

Aprendamos la lección

A Occidente no le importó esta doble concentración, espacial y sectorial, porque era rentable y porque, en caso de necesidad, teníamos recursos para adquirirlos. No es así: vivimos una horrible escasez del material sanitario necesario, tenemos grandes dificultades para comprarlo, hemos de recurrir a intermediarios poco confiables y sufrimos engaños en un momento de gran urgencia. Pero, si se piensa un poco, tal y como estaban organizadas las cosas, era muy probable que si pasaba salgo, se respondiera de la peor manera posible.

Esta situación es grave, y ahora toca afrontarla como podamos y pararla cuanto antes. Pero después tendremos que ordenar las cosas: no podemos dejar que esta concentración territorial y empresarial siga teniendo lugar. Estamos viendo sus consecuencias, aprendamos la lección.

Fuente: El Confidencial, Vozpopuli

 

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